Contemplativos en Acción
Dios da a algunas personas la gracia de la contemplación infusa. Santos como Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, por ejemplo. Pero aún hoy, Dios continúa dando a algunos esa gracia.
Otros deben esforzarse en ser contemplativos, además de ser activos en aquello que Dios les requiera.
Pero ¡ojo! No hay que confundir actividad con activismo, lo cual San Juan Pablo II define como el “hacer por hacer”, en vez de “buscar el ser antes del hacer”.
San Juan Bosco fue un sacerdote de acción intensa, prolífica y atrevida, pero también de profunda oración. Su vida estuvo llena de una actividad constante, que incluía levantar fondos para que jóvenes a riesgo pudieran tener un hogar. Su vida interior de oración era intensa, y así su acción estaba completamente alineada con el Amor a Dios y su Voluntad.
Otro ejemplo de una vida en constante unión con Dios es San Fernando III, Rey de León y Castilla en la antigua España. Todo lo que Fernando hizo en su vida fue para la gloria de Dios. Este poderoso Rey enfrentó muchos retos y dificultades, que incluían gobernar dos reinos y muchas batallas contra los invasores Musulmanes. El dedicar toda su obra a la gloria de Dios requería una completa alineación con la Voluntad de Dios a través de una vida de oración intensa y significativa.
Tal como la oración de recogimiento y contemplación es una acción en si misma, nuestro trabajo diario para la gloria de Dios puede convertirse en oración. Así, cuando las personas tienen una vida de oración intensa, y además convierten su trabajo y actividades en oración, toda su existencia puede transformarse en oración continua.
Los Serafines pasan la eternidad alabando a Dios. También nosotros podemos orar…
Oh Señor, mi Dios, os ofrezco mi vida entera.
Así como los Coros de Serafines
os cantan en alabanza constante,
os suplico hagáis de mi ser,
con todos sus actos, pensamientos y sentimientos,
una constante humilde y agradable
alabanza a Vos,
para que cuando Cristo regrese
entre gritos de aclamación,
yo pueda humildemente presentaros mi obra
y solicitaros descansar finalmente
en vuestros brazos por toda la eternidad.
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