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“¡Qué grande eres!” (“How great Thou art”)



Imaginemos que estamos en excursión en las montañas admirando el vasto paisaje, y en silencio admiramos la asombrosa creación de Dios.

Comparemos también la excursión con nuestra vida. Los que hemos subido montañas sabemos que al comenzar tenemos suficiente energía para los retos que vendrán. Pero a mitad de camino, la jornada se hace difícil y muchas cosas parecen estar en contra nuestra … igual que en nuestra vida.

Pero al llegar a la cima uno puede inhalar los aromas de la montaña y asombrados podríamos proclamar, con el canto, ¡Oh Señor! “¡Qué grande eres!” (“How great thou art”).

Luego encontramos un pequeño manantial de agua pura y cristalina que fluye del corazón de la montaña, el cual sana nuestro cansancio. Renovados por un flujo de energía, estamos listos para continuar. Más adelante notamos que el pequeño manantial se ha convertido en un torrente.

¡Cuán parecido a nuestra jornada de vida! Cuando pensamos que todo es imposible, cuando el mundo nos tiene ahorcados y asfixiados, el río de gracias de Dios se hace evidente.

Es el momento de detenernos para dar gracias a Dios. Es el momento de inhalar sus gracias. Es el momento de ser sanados de nuestro cansancio. Es el momento de adorarLo, es decir, es el momento de rendir nuestra voluntad a Él.

Si entonces dejas que tu corazón vea alrededor, notarás que el torrente de gracias que se derramó en tu corazón sufriente, se ha convertido en un río de amor que está limpiándote y renovándote, y está limpiando y renovando todo alrededor. Entonces podrás proclamar de nuevo ¡Oh Señor! “¡Qué grande eres!” (“How great Thou art”).

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