top of page

“Me duele la ingratitud”


“Me duele la ingratitud”, puede decirnos el Señor, como le dijo antes a Santa Margarita María de Alacoque, con su Corazón abierto y rodeado de espinas.


Hay una forma de ingratitud de la que no nos damos ni cuenta: ¿le agradecemos como Él se merece cada Sagrada Comunión? ¿Por qué todos salimos como en estampida al terminar la Misa? ¿No nos damos cuenta que tenemos al mismo Dios, Jesucristo Vivo dentro de nosotros? Jesucristo Dios está en todas partes, pero Jesucristo Vivo como Hombre y como Dios dura dentro de nosotros unos 10 a 15 minutos, mientras se descompone la Hostia Consagrada.


¿No podríamos quedarnos en oración al menos unos 10 minutos después de terminar la Misa? Es momento de adorarlo, estando Él dentro de nosotros con todo su ser de Hombre y todo su ser de Dios. ¿Por qué salir apurados de la Iglesia sin darle el agradecimiento apropiado y la adoración esperada por Él después de recibirlo en cada Comunión? ¿No podría El decirnos que está dolido de nuestra ingratitud después de recibirlo?


Si, invitados a una cena casa de amigos, no nos vamos al no más cenar, ¿por qué hemos de comportarnos de otra manera con Jesús?


Primeramente, Él espera que lo recibamos preparándonos con algunas breves oraciones: Arrepentimiento (pidiéndole perdón por los pecados veniales cometidos desde la última Comunión). Además con alguna oración de Fe (“Creo en tu Presencia Viva, aumenta mi Fe”). Con alguna de confianza (“Confío en Ti y en tus planes para mí”). Y alguna de entrega a su Voluntad ( “Me entrego totalmente a Ti, deseo Tu Voluntad, me uno a Tu Voluntad”).


¿Y después de recibirLo, qué? En estos momentos es preferible una oración de adoración, de acción de gracias, de confianza y abandono, de alabanza, etc.


Algunas ideas:

Una manera de dar gracias es adorando al Padre, por medio de Su Hijo en unión con el Espíritu Santo.


Puede decirse algún Salmo favorito, como “El Señor es mi Pastor, nada me falta, en verdes praderas me hace reposar, me conduce hasta fuentes tranquilas y repara mis fuerzas”. (Salmo 23)


Si hemos de pedir, pidamos “cosas buenas” que Dios quiere darnos (Lc. 11, 13), como Virtudes (“Señor: aumenta mi Fe. Señor: quiero ser más humilde. Señor: ayúdame a ser dócil a tus designios”). “Cosas buenas” son Bienaventuranzas (“Señor: quiero ser pobre en el espíritu, sabiendo que nada soy, nada puedo sin Ti. Señor: dame aceptación de este sufrimiento”). “Cosas buenas” son Frutos del Espíritu -Gal 5, 22:(“Señor: enséñame a ser magnánimo con los demás, enséñame a comprender y a perdonar. Señor: dame templanza y control de mí mismo”).


Cada cual ora de la manera que le inspire el Espíritu Santo, pero sea cual fuere la forma de oración, es conveniente quedarnos en recogimiento después de comulgar.

31 views

Recent Posts

See All

Comments


SMA Logo New.png
bottom of page