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Los Elegidos: La conversión de Pedro


La serie de televisión The Chosen (Los Elegidos) es uno de esos fenómenos que uno no espera en nuestros tiempos. Es una forma completamente diferente de plasmar la vida de Jesús viviendo junto a los Apóstoles. No es una representación textual de la Biblia, sino que toma la historia y el contexto de la Biblia como un todo y le da vida. Trata de darnos una comprensión de los tiempos de Jesús, las interacciones humanas y cómo los apóstoles habrían vivido o sentido acerca del mensaje radical que Jesús predicaba. Ayuda al hombre y la mujer modernos a relacionarse con un judío de los tiempos de Jesús.


Cada episodio se centra en uno o varios aspectos de la vida judía durante la época del Imperio Romano. En la primera temporada, los creadores de la serie nos mostraron su interpretación del llamado y la conversión de muchos de los apóstoles, en otras palabras, cómo podrían haberse sentido y reaccionado cuando Jesús los eligió para servir.


Estoy seguro de que muchos de nosotros nos sentimos identificados con San Pedro, por lo menos yo sí. Al ver los episodios de la conversión de Pedro, uno puede sentirse identificado con las experiencias del santo, podemos sentir el dolor y el sufrimiento antes de su conversión. A la vez sentimos la vergüenza que Pedro siente, durante el episodio 4 de la temporada 1, cuando sus piernas ya no pueden sostenerlo. Uno puede sentir el momento en que su corazón se rompe en pequeños pedazos frente a la Grandeza de Jesús. Cristo le ordena que vuelva a tirar las redes por última vez y Pedro acepta a regañadientes, sin ninguna esperanza de atrapar nada, para luego tener una pesca tan grande que casi hundió el bote. En una reacción clásica, Pedro salta del bote y cayendo de rodillas en completo asombro y humilde adoración dice: "Apártate de mí, Señor, porque soy un hombre pecador". Jesús entonces, en una hermosa escena llena de emociones, responde: "levanta tu cabeza pescador", Pedro dice: "¿Qué quieres de mí?", luego Jesús responde... "Sígueme".


En este punto, uno está cautivado y, de rodillas, sosteniendo nuestros corazones en nuestras manos, queriendo ofrecérselo a Jesús tal como lo hizo Pedro. Nos transportamos a esa playa queriendo decirle a Jesús con el mismo impetu del primer Papa: "tómalo, toma mi corazón, porque no es nada sin Ti".


Oremos, Señor Jesucristo, te damos gracias por los creadores de Los Elegidos, tus instrumentos. Te damos gracias por permitir que este medio moderno, que tantas veces se usa en contra tuya, sea un vehículo que nos acerque a Ti. Te damos gracias también por la humanidad de Pedro que ha inspirado a muchos de nosotros, pecadores, a ser como él, y te pedimos que alcancemos la recompensa de la santidad, si así lo deseas.

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