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La Chispa en el Corazon


¿Has tratado alguna vez de prender fuego cuando el viento sopla fuertemente? Bien difícil arrancar el fuego ¿no? Comenzamos con una pequeña chispa que hay que proteger del viento, porque podría extinguirse. Pero también podríamos agregar combustible para convertirla en una llamarada.

Como Dios es nuestro Creador, es el principio de todo. Es muy especialmente el principio de nuestra alma. Dios es como la chispa de fuego en nuestro corazón. Pero ¿qué haremos con esa chispa?

El Rey David nos dice: "que el Señor sea tu único deleite, y Él colmará los deseos de tu corazón." (Salmo 37, 4). Significa que si hacemos que Él sea el objeto de nuestros deseos, al tener en nuestros corazones sólo amor por Dios, Él colmará nuestros corazones.

Pensemos en la entrega pura de un joven seminarista o de una novicia, que desean dejar el mundo como lo conocen para ofrecerle a Dios una vida de sacrificio. Ese deseo viene de la chispa divina. Ellos han respondido diciendo “Tú eres mi deleite, Señor, colma mi corazón”. En respuesta, Dios vierte galones de combustible sobre esa pequeña chispa, convirtiendo sus corazones en un abrasador fuego de amor por el Padre.

Igual con los laicos. Nosotros estamos en el mundo sin ser del mundo. Tenemos nuestras renuncias y sacrificios también. Y debemos tener la misma respuesta: “Tú eres mi deleite, Señor, colma mi corazón”.

¿Qué clase de fuego vamos a presentar al Creador cuando nos llame a Su presencia? ¿Será una débil llama?

Oremos para que al final, cuando ante Su presencia avasalladora, ya nuestras piernas hayan perdido toda fuerza, la chispa de nuestros corazones sea un fuego abrasador de intensas llamas, que los vientos de mundo no pudieron apagar.

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