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Eres una campana que retiñe?




Nunca ha sido más fácil comunicarse a través de todo el mundo que como hoy en día. Podemos comunicarnos con nuestra familias o amigos que viven a kilómetros de distancia con el toque de una pantalla. No solo podemos escuchar su voz, sino también verlos en la pantalla como si estuvieran frente a nosotros.


Pero déjame preguntar, ¿crees que la humanidad realmente ha avanzado en la habilidad de relacionarse entre sí?


La tecnología ha avanzado, pero, por el contrario, las personas no pueden entenderse unos con otros. En el entorno cultural actual, las personas se ven obligadas a entrar en extremos ideológicos que rechazan cualquier capacidad de encontrar juntos un entendimiento. Se rompen familias, se evitan los amigos, se delimitan los entornos laborales, se aplasta la libertad de la sociedad y se sustituye por la expectativa de conformidad con un lado o el otro.


San Pablo escribe en los términos más hermosos: “Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor sería como bronce que resuena o campana que retiñe." (Corintios 13: 1). Realmente no importa cuánto podamos decir, de hecho, podemos gritar a través de nuestros canales de redes sociales todo tipo de declaraciones ridículas que no significan nada. Queremos dictar cómo queremos que “ellos” vivan su vida para que su vida se parezca a la nuestra y, por lo tanto, caemos en un cómodo e inmutable letargo espiritual cada vez más profundo.


¡Entonces nuestros prójimos nos escuchan como campana que retiñe!


Debemos aprender a comunicarnos en el lenguaje del Amor, la Caridad y el Perdón. De lo contrario, les sonaremos a nuestros amigos como un chillido con el cual, incluso con la verdad en nuestras manos, no podremos convencer a nadie sobre La Verdad.


Luego San Pablo continúa: “Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta el amor nada soy. Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero para recibir alabanzas y sin tener el amor, de nada me sirve. El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo."


¿Estamos dispuestos a sacrificarnos por la salvación de nuestro prójimo? Cuando seamos capaces de sentarnos con un amigo que tiene un punto de vista diferente al nuestro, escuchar cuán “equivocado” podría estar y decirle a Dios “por favor Dios, dame suplicios para su salvación” entonces estaremos hablando el lenguaje del amor de Dios.

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