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El Dilema



¿Qué es más importante la oración o la acción? ¿Qué va primero: la oración o la acción?


Uno de los males de nuestra época es el activismo. Y como estamos tan ocupados en muchas actividades, creemos que la oración no es importante. Y hasta criticamos a los que oran mucho.


“¿Para qué sirven los conventos contemplativos? ¡Esas monjas no hacen nada”!, se oye decir.


La oración y acción no son actividades opuestas, sino absolutamente complementarias. Es más, una depende de la otra: la primera es la oración, luego viene la acción, como resultado de la oración.


La oración lleva necesariamente a la acción, y esta acción será más productiva, mientras más oremos.


Esa es la diferencia entre activismo apostólico y acción apostólica. ¿Hago yo por mí mismo o hace Dios a través mío? ¿Me revelo yo o revelo al Señor? ¿Soy portador de Dios, como la Santísima Virgen en la Visitación o llevo mis propias ideas? ¡Claro! le pido a Dios que me ayude en esto y en aquello, y con esto creemos que nuestra acción proviene de nuestra oración.


¿Cómo es mi actividad apostólica? ¿Proviene de la oración? Aquí está el meollo de nuestra respuesta al llamado del Señor y de la Iglesia a evangelizar.


Se piensa que la oración distrae del trabajo o interfiere con éste. ¡Al contrario! Si tratamos, podremos darnos cuenta que la oración hace más eficiente el trabajo. De veras se es más eficiente cuando se ora.


Decía Santa Teresa de Calcuta: “Cuanto más recibimos en el silencio de la oración, más damos en nuestra vida activa. Necesitamos del silencio para ‘tocar’ las almas. Lo importante no es lo que decimos a Dios, sino lo que Dios nos dice y dice a través de nosotros. Todas nuestras palabras son vanas si no vienen del interior. Las palabras que no dan la luz de Cristo, aumentan las tinieblas” .


La oración es tan importanteque no podemos, por ejemplo, pretender amar, amar verdaderamente, amar como Dios nos ama, si no oramos. Porque para amar verdaderamente hay que llenarse de Dios en la oración. De otra manera, lejos de proyectar el Amor de Dios, podemos más bien proyectar nuestro propio yo.


Santa Teresa de Jesúsla dice bien claro: “Orar es llenarse de Dios y darlo a los demás”. Y Santo Domingo de Guzmán decía lo mismo: “Contemplad y dad lo contemplado”.


Una que demostró esto fue Santa Teresa de Calcuta y la siguen demostrando las Misioneras de la Caridad. Ella decía: “Nuestro secreto es muy sencillo: oramos”.

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