Cuando hablamos de ADN estamos hablando de la estructura genética de Jesús. En términos científicos ¿cómo será el ADN de Jesús? ¿será igual al de todos nosotros?
Científicamente, hay cosas interesantísimas acerca de Jesús, ya que siendo verdadero Hombre, es también verdadero Dios. ¿Cómo se ve eso a nivel de ciencia? ¿Cómo será su ADN?
Veamos esta sorpresa científica (ver video): todos los seres humanos tenemos en nuestro ADN 46 cromosomas: 23 cromosomas de la madre, 23 cromosomas del padre. De éstos 2 cromosomas son los que determinan el sexo: un cromosoma X que aporta la madre y un cromosoma o X o Y del padre. Resulta que, analizada una muestra de sangre que se cree es de Jesús ésta presenta sólo los 23 cromosomas de Su Madre y un solo cromosoma “Y” (que determina su sexo masculino). Este cromosoma “Y” no puede haber sido proporcionado por un padre humano, simplemente porque la genética humana no funciona así. Sea cierta o no esta investigación, la información puede ser una forma científica de expresar que Jesús es verdadero Hombre y verdadero Dios.
Sabemos que en la Anunciación María preguntó cómo concebiría a ese Hijo que le anunciaba el Ángel, ya que ella era virgen. Y el Arcángel Gabriel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios.» (Lc 1, 35)
Al dar su “Sí” María, sucede entonces lo que se denomina en Teología la “Unión Hipostática”: la humanidad de Jesús y la divinidad de Dios se unen. Por medio de esta unión, el Verbo, Quien antes era sólo Dios, ahora se hace también Hombre.
Nos lo explica San Juan al comienzo de su Evangelio: “En el principio existía el Verbo y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios … Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros. (Jn 1, 1 y 14)
El Verbo siempre ha sido Dios. Pero en un momento hace 2000 años ese Dios Verbo se hizo también Hombre, tomando el nombre de Jesús.
Normalmente Jesús mantenía escondido que Él era Dios, pero en la Transfiguración mostró algo de la gloria de Su Divinidad.
Ahora bien, la gloria es fruto de la gracia. Guardando las distancias, algo semejante sucede en nosotros cuando verdaderamente estamos en gracia. La gracia nos va transformando, hasta que un día podamos gozar de la plenitud de gloria en el Cielo, donde está Jesús como Dios y Hombre verdadero.
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